PSICOLOGÍA

Los adolescentes
y algunos efectos post pandemia

Algunas consideraciones generales sobre la adolescencia

La adolescencia es una etapa esencial del desarrollo humano caracterizada por la aparición de cambios corporales y psíquicos que van a perdurar a lo largo de la vida. 

Tales cambios generan efectos diversos y muy particulares en cada joven que derivaran en manifestaciones de conducta singulares propias de esta etapa vital y no de otras.

Los cambios físicos generados por las hormonas ligadas al crecimiento y al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios son generadores de notables movilizaciones a nivel intrapsíquico, esperables en este período.

Debemos pensar esta etapa y sus cambios desde diferentes perspectivas. Desde lo físico se desarrolla altura, masa muscular y caracteres sexuales secundarios, en cuanto al desarrollo cognitivo se pasa de un pensamiento concreto a un pensamiento formal/abstracto (Piaget), desde el desarrollo psicosexual se darán notables transformaciones afectivas que influyen en los vínculos con el propio cuerpo, con los pares, con los padres y con la sociedad. Por ejemplo y específicamente pensando en lo social se podrían dar tendencias a veces opuestas como la tendencia al aislamiento (refugio en las pantallas de pc, celular, etc.) y/o a la necesidad permanente de interacción con los pares (tribu, grupos de referencia).

Es así, que el adolescente entra en una etapa de crisis que Aberastury y Knobell llamaron “Síndrome normal de la adolescencia”. Este síndrome pone en juego una sucesión de crisis y duelos típicos de la etapa adolescente que no constituyen por sí mismos una patología sino que más bien son parte esencial de la necesaria elaboración de la misma. Cuando decimos crisis nos referimos a un cambio importante en el desarrollo de un proceso que da lugar a una inestabilidad y en este caso se da la puesta en cuestionamiento de lo aprendido en la niñez y eso conlleva a una movilización interna que implica angustia, ansiedad, temores, etc. Cuando nos referimos a duelo en términos generales hablamos de una sensación de pérdida, del dolor psíquico, de la aflicción y del proceso de elaboración que estos conllevan.

Por ende los adolescentes, en cierto sentido, están enfrentados de manera permanente a la sensación de pérdida y a la elaboración de duelos intrapsíquicos (por el cuerpo infantil, por la identidad infantil y por los padres de la infancia) y también a los duelos, desafíos e imposiciones que proporciona el entorno en el que viven. Las situaciones familiares y socioculturales también serán motivo fundamental de una exigencia de trabajo para el psiquismo del joven. Si a ello le sumamos situaciones particulares vivenciadas como enfermedades, accidentes, acontecimientos, etc.; la etapa adolescente debe ser considerada de notable fragilidad y/o vulnerabilidad. 

El adolescente debe encarar dos grandes desafíos, por un lado el lograr la autonomía e independencia de sus padres  y la formación o logro de una identidad, la cual posibilita el sentido de mismidad y continuidad.

¿Qué podemos pensar y hacer con los adolescentes y la pandemia?

La pandemia del COVID 19 y en especial los efectos del aislamiento prolongado durante la misma han sido, sin lugar a dudas, generadores de un incremento exacerbado de las problemáticas adolescentes. En este sentido, el aislamiento obligatorio al que se ha estado expuesto ha generado una dificultad extra a la hora de elaborar esta serie de duelos lógicos antes mencionados. 

La imposibilidad de salir con amigos, de frecuentar espacios de socialización, de enfrentarse con la complejidad de la sexualidad, etc., han dificultado la salida exogámica, necesaria y saludable para el adolescente. 

El contagio masivo y la circulación de un virus en muchos casos mortífero ha obligado que los procesos y las elaboraciones psíquicas propias de la adolescencia se hayan visto ralentizados o detenidos en muchos otros casos. Podríamos pensar la pandemia, como un gran paréntesis y pausa obligatoria en la construcción de la identidad subjetiva, que sin dudas, ha dejado marcas en el psiquismo adolescente y que aún hoy a un año de su finalización requiere de su simbolización. 

Conocemos que la pandemia y el aislamiento preventivo se han convertido en un factor de adversidad psicosocial que afectó a las familias en su totalidad. En general, se da un afrontamiento más adecuado de la situación cuando se encuentran presentes adultos que brinden estabilidad y un rol protector frente a esta situación. Sin embargo, no se ha dado esto en todas las familias y por ende se vivenciaron niveles de estrés significativo, no solo para los más jóvenes, sino también para aquellos encargados de brindar cuidados en el hogar. Esto dio lugar a que haya un fuerte crecimiento de conflictos familiares, presencia de irritabilidad, hiperactividad, impulsividad y ansiedad, viéndose limitada la capacidad de ofrecer un entorno seguro, estabilidad y cuidados a los más jóvenes.

Es así como los jóvenes se han visto expuestos a cambios más allá de lo esperable no solo vinculados al ámbito educativo, físico, social sino también familiar, necesitando para dichos cambios elaborar estrategias y respuestas de afrontamiento como intentos de sobrellevar esta situación. 

En resumen, podemos evaluar a la pandemia y sus consecuencias como una crisis de alto impacto en cuanto a los ajustes que fueron necesarios ejecutar y a las diferentes condiciones a las que nos hemos visto expuestos todos y en especial los adolescentes. La pandemia requirió del uso de respuestas tanto de índole cognitivas como psicoafectivas para intentar contrarrestar el impacto de la misma generando nuevas condiciones para la adaptación (tomada como inteligencia en el sentido Piagetiano) a la nueva normalidad.

Las consecuencias están claras entonces, ¿cómo podemos acompañar a los adolescentes en este momento?

El mundo adulto debería generar ciertas condiciones necesarias para la producción y elaboración del pensamiento en la vida del adolescente. Ello implicaría, generar propuestas de ofertas significativas de sentido o que les permitan estar en proceso de lograrlo con el fin de fomentar la figurabilidad psíquica. 

La oferta identificatoria de referentes adultos saludables; la oferta de límites y pautas claras que puedan tomar pero a la vez cuestionar y desafiar; la oferta de escucha y comprensión que les facilitará la puesta en palabras de lo que les pasa con el fin de limitar los pasajes al acto (autolesiones, situaciones de riesgo, etc.); la oferta de un entorno en el que las vivencias puedan ser pensadas y elaboradas adecuadamente con la familia y los pares; la oferta de poner en pausa las tecnologías para intentar pensar la excesiva velocidad en la que vivimos y que genera enormes desatenciones y por ello cierto grado de  desafectivización; la oferta de contención ante situaciones traumáticas (desde abusos, bullying hasta el aislamiento en pandemia en algunos casos, etc., etc.); la oferta de espacios compartidos con los pares y la familia; etc. etc., son algunas de las propuestas que desde el mundo adulto permitirían intentar generar algunas de las condiciones necesarias para sobrellevar esta tan importante etapa vital que tendrá consecuencias para el resto de la vida. 

Equipo de Psicología Domus

Lic. Diego Venturini

Lic. Francisco Padin

Lic. Julieta Vazquez

Lic. Gabriel Kunin

Más noticias