PSICOLOGÍA

Valoración adecuada del diagnóstico infantil

En los últimos años hemos observado un paulatino pero incesante aumento en la cantidad de consultas de familias que solicitan diagnósticos psicológicos para sus hijos y en especial de niños cada vez más pequeños.

Esto se ha dado por varias razones: la preocupación de los padres por ciertas conductas observables en sus hijos, la mayor cantidad de derivaciones por parte de los profesionales médicos que requieren tales evaluaciones, las derivaciones desde las escuelas y la cada vez mayor difusión mediática de diversas problemáticas de salud mental y en especial la facilidad del acceso a la información que se da a través de las redes y las dudas e inseguridad que las mismas generan. 

Lo saludable e interesante del caso es que, por esa mayor visibilidad y difusión, muchos niños y sus familias han logrado obtener (de haber sido necesario) los tratamientos específicos que eventualmente evitaron una complejización de sus problemáticas y por otra parte, en otros casos, el reconocimiento del pago de tales tratamientos por parte de las obras sociales y prepagas que antiguamente no se daban. 

También se podría pensar esta situación desde una perspectiva que tiene su contracara en aspectos no tan saludable. La lógica preocupación de los padres y su demanda inmediata de respuesta, sumada a este acceso a la información que proveen las redes han generado un notable incremento en la ansiedad y preocupación de los mismos y  en respuesta a eso se han dado algunas respuestas profesionales que generaron una saturación de diagnósticos apresurados e incompletos acerca de ciertas patologías infantiles.  

En ese sentido, el apresuramiento y/o la utilización errónea y/o comercial de ciertas herramientas psicodiagnósticas han generado cierta confusión y un sobredimensionamiento de problemáticas que antes eran vistas como momentos evolutivos esperables en los niños y hoy son calificados (en algunos casos) como patologías, confundiendo lo esperable con lo realmente patológico.  

Por ende, la sobrediagnosticación y la sobrepatologización de los niños ha generado un cúmulo de información en las redes que en muchas ocasiones deriva en el incremento de incertidumbres y temores de los padres al ver ciertas conductas llamativas en sus hijos. 

Por ello, la valoración adecuada del diagnóstico infantil es la guía que necesitamos para no caer innecesariamente en percepciones erróneas que llevan a la angustia, el temor, la desesperación y la pérdida de un tiempo valiosísimo en la historia evolutiva de los niños.

Esta valoración debe ser realizada por profesionales idóneos que puedan consensuar las evaluaciones diagnósticas realizadas, con el fin de otorgarle a los padres la mejor información posible respecto de su hijo intentando llevarles la tranquilidad que necesitan aunque el diagnóstico sea complejo.

Los profesionales idóneos para realizar tales evaluaciones suelen trabajar en equipos interdisciplinarios que aportan su valiosa mirada desde el conocimiento científico que le compete a cada área. Eso permite una valoración integral en la evaluación del niño y luego y de ser necesario, un tratamiento adecuado a las necesidades específicas del mismo en ese momento vital. 

Hemos visto muchos casos en los que los padres arriban a la consulta con un niño con determinadas problemáticas y nos cuentan que en algunos lugares de atención no toman en cuenta los tiempos de los mismos ni los de las familias, dándoles la mayor cantidad de terapias posibles en una misma semana.

Los niños además de las terapias necesitan jugar, socializar y compartir actividades con los padres, no sólo cumplir un protocolo terapéutico que los funcionalice y les quite la espontaneidad propia de esta etapa vital.  

Una visión constructiva y respetuosa de los tiempos del niño y su familia permite la valoración adecuada del diagnóstico. 

No respetar tales valores sería vulnerar las problemáticas del niño y su familia complejizando aún más su estado de salud. 

La desesperación y el apuro suelen generar un exceso de ansiedad en los padres que impide la elaboración adecuada de la problemática y luego una notable dificultad para sostener las estrategias de tratamiento, si es que estos son necesarios.

Por ello, siempre recomendamos a los padres, tranquilidad y la búsqueda de un espacio de reflexión que permita la valoración adecuada en el contexto familiar de los diagnósticos de sus hijos.

Lic. Diego Venturini

M.P. 71242 M.N. 23510 | Coordinador del área Psicología de Domus

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